martes, 30 de agosto de 2011

Viejos recuerdos desordenados.

Una historia más de todas las posibles a contar, se podía remontar a unos cuantos meses antes de lo previsto, se podía decir que quedaba un final por escribir cuando todo empezó en aquel raro enero, que solo daba comienzo a un nuevo año, con todos sus días y un capítulo por mes, en cual los caprichos jugaban una mala pasada a los protagonistas que por aquel entonces, no sabían lo que podían perder si no arriesgaban, y es que, sabían que ni la mayor de las tempestades acabaría con ello, con lo suyo, sin apenas haberse dado dos besos de presentación, y con el tiempo que todo lo cura, fueron haciendo efecto las primeras miradas cómplices que acabarían en nada más que un juego absurdo noche tras noche, debajo de las sábanas que siempre tenían la misma rutina, que siempre recordaba, a un querer y no poder, por ese olor impregnado en cada pequeña molécula de la almohada que juntos compartían, y que al fin y al cabo, ellos mismos se dieron cuenta que se echaban de menos, pero que todo no es tan fácil como parece, pero que no siempre es tarde, y que algún día, nadie sabe si muy lejano, se volverán a encontrar los mismos ojos, que algún día compartían más que una mirada, entre una muchedumbre que debería empezar a pensar más, en las bonitas apuestas de Sol de Santander, en la risa de un niño que pisa por primera vez la playa, sí, la misma arena fina y blanquecina que algún día acogió a esa pareja a finales del primer mes de vacaciones de verano para muchos, y del primer mes lleno de sobresaltos para ellos.

domingo, 28 de agosto de 2011

Le voy a cobrar a tus labios, tus miradas.

Reprochar(me) eso era exactamente lo que pretendía con aquella llamada, fue insignificante por unos momentos, hasta que al final se decanto por confesarme que le importaba más el tema de lo que daba a entender. Extraño, incomodo y desolador con un cierto toque de impotencia, eso era lo que sentía al ver como la pantalla de mi teléfono móvil se iluminaba a la vez que parpadeaba la luz roja de la parte superior del cacharro que también guardaba una larga y vieja bandeja de entrada, con un principal protagonista del mismo nombre que aquellas letras entornadas hacia el centro de la llamada. Al principio no sabia bien que hacer, si responder como si nada pasase, o seguir con el miedo que sentía desde que empezó a sonar esa sintonía de rock´n roll que tenía por melodía al recibir su llamada, entonces tuve que dar el paso tras tres intentos fallidos de que me dignara a pulsar el botón verde al que me disponía una y otra vez, pero sin resultado alguno, esperando a que se perdiese la canción que tantos recuerdos dejaba cada vez que juntos la escuchábamos y entonces ocurrió en el cuarto intento, empezé a escuchar su voz, bastante tiempo sin hacerlo, de hecho, mas de unos meses, incluso desde el verano pasado no recordaba como su temblorosa voz a la que ya estaba acostumbrada, dejaba entrever las palabras sinceras, que me daban las buenas noches cuando juntos no las pasábamos. Y esta vez no era menos terminó la retahíla insignificante que antes dije, y se despidió como siempre, como hacía todas las noches durante un tiempo, eso fue lo que me hizo desconectar de sus anteriores historias que tuve que aguantar, para que mi voz no quebrara y me jugase una mala pasada, mientras por otra parte descargaban mis lágrimas, sin yo hacer ningún esfuerzo. Era inevitable , todos los recuerdos vinieron a mi cabeza, y no me dejaron pegar ojo en todas las horas de una noche que solo se repitió una vez, aquella vez, en nuestra última noche.

viernes, 26 de agosto de 2011

Ecu(acciones)

Ruido, alboroto y desconcierto en la primera hora de la mañana, para unos trabajadores a los que la cama les debe un par de horas de sueño, porque es cuando verdaderamente te empiezas a dar cuenta de la velocidad que lleva el tiempo, posiblemente esos trabajadores hace unas horas estaban cenando con su familia, comentando el día y hablando con sus amigos de cosas que posiblemente al día siguiente estarán olvidadas, y pasarán a la historia. Pasan los minutos, más agobio con el paso del tiempo en una ciudad que nada es lo que parece, en la que el clima no es nada previsible, y el verano nada caluroso. Tacones firmes y consistentes que dejan huella en los adoquines por los que pasa repetidamente cada día, con viaje de ida y vuelta, con el mismo destino matutino, y con los mismos bostezos que hacen despejarse a una mujer que no sabe muy bien a donde se dirige, por mucho que sepa el camino de memoria, y tal vez sea eso, que sigo tirada en la cama, después de una noche de viernes algo ajetreada pero distinta a todas las demás, y mira que he pasado viernes a lo largo de un calendario con fecha de nacimiento, pero por el momento sin fecha de caducidad, llevo varias horas tumbada boca abajo, apenas he conseguido moverme, aunque tampoco he hecho el esfuerzo que debería para conseguirlo, un par de horas con los ojos cerrados intentando desconectar de todo tipo de ecuaciones amorosas sin solución, creo que no lo he conseguido, pero que el cantar de los pájaros, los primeros rayos de sol que entran por la diminuta ventana posada encima de mi cabeza, los maullidos de los gatos callejeros que circulan por mitad de la carretera poniendo a disposición su vida, son otras de las cosas que me hacen distraer los pensamientos, y seguir con el ruido, el alboroto y el desconcierto, con el molesto tosido de un transeúnte que se dirige a por un periódico y café cargado de quien sabe futuras emociones, y con los abrir y cerrar de puertas entreabiertas, caigo rendida tras un día y una noche para recordar.

jueves, 25 de agosto de 2011

Que nos sobren (prima)veras

Más de una vez hemos compartido opiniones sobre las casualidades, con un negro café y con dos cucharadas de azúcar, que es como a ti te gusta, en el mismo lugar de siempre, y con la misma ración de siempre de felicidad.
Me gusta recordar el día que empezó todo, con una buena fiesta de por medio, y con una conversación que no llevo más que dos palabras intercaladas, fue la primera de las casualidades, que hizo que, todo fuera a formar parte de este gran árbol que hemos plantado juntas y que cada día crece un poco más.
Que de los errores se aprende, y de las amistades que aparecen de una pequeña casualidad se aprenden más que de 5469887 libros, ella me ha enseñado que a los días le pones el principio y el final tu, que si decides cambiar de dirección tienes que proponértelo antes y cumplirlo, pero para todo eso la necesito a mi lado, echándome la bronca cuando la he cagado y dándome un buen beso en la frente y diciéndome “continua que vas por buen camino” (yo a todo esto lo llamo –pequeños detalles que marcan la diferencia- ella es la primera que marca la diferencia entre toda la población femenina que esta pisando tierra firme en estos momentos)
Que yo se hablar, alto claro y tendido, pero con ella no me hace falta, solo el brillo de unos ojos y el lagrimal bien seco si esta a mi lado y con un por verte sonreír ya lo se todo y ella también.

Posdata múltiple, te quiero, tatúatelo

miércoles, 24 de agosto de 2011

Quemando recuerdos, penas y sueños.

Santander. Día claro, bonito, y especial, como todos los venticuatros del calendario oxidado que cuelga sobre la pared que ya lleva un par capas de distintos y opuestos colores, para desentonar en un naranja intenso, ámbar, en el que por muy viejo que este, y por muchos recuerdos que tenga a sus espaldas, sigue cumpliendo con el máximo detalle, que aún siendo el día que sea, destaca este numero por encima de todos los demás y es que aunque no me guste la rutina, no queda otra que repetir varias de las cosas que algún día, hicieron de tu sonrisa, la mejor.

lunes, 22 de agosto de 2011

VEN, y deja que esta noche la gobierno yo.

Era tarde, los dos lo sabíamos, era evidente y por supuesto no se podía negar. Ya lo habíamos intentado una y otra vez, y lo único bueno que conseguiamos, era acabar en el mismo lugar de siempre, con el mismo sabor a cerveza, que se dejaba entrever entre nuestro aliento cuando sin motivo sonreiamos, es cierto, el deseo podía con nosotros, era la tentación que llenaba todos los domingos, que desde aquel entonces en el que decidiste unirte a mi, ya no había ninguno aburrido, ni tardes monótonas, solo un par de besos por cada metro cuadrado, un plan distinto para cada día de la semana, y noches que hacías más que especiales en las cuales las veladas eran acompañadas de un suave hilo de rock'n roll, que tanto se agradecía, y estos son los motivos que tanto a ti, como a mi, nos hacían sonreir en aquel estúpido rincón, que ya tenía nombres y apellidos y que por mucho que fuese un antro, era nuestra pequeña forma de recordar lo que algún día fuimos o mi forma de olvidar lo que me gustaría que fuésemos.

jueves, 18 de agosto de 2011

Re(acción)

Se suele decir que no se puede vivir de recuerdos, y es cierto, pero no puedo olvidar, la primera noche de invierno, en la que solo era arropada por el calor de sus abrazos, y destemplada por los bruscos cambios de temperatura entre su colchón, y el mio, entre la mínima distancia de seguridad entre su cuerpo y al que entonces también pertenecía a él, y es que el problema o la solución, es que siempre había algo que nos perdía, tal vez fuese sus manos por mi pelo, jugando de forma divertida, o tal vez, su boca recorriendo mi cuello de la manera más pícara que nadie me enseño, pero tenía algo que lo diferenciaba del resto, o tal vez era yo, la que simplemente quería creerlo.