lunes, 20 de febrero de 2012

Donde este tú calor que se quite lo demás.

Íbamos a comernos el mundo. Íbamos a tener millones de lugares en las afueras de nuestra pequeña habitación, pero juntos. Y ahora, ahora solo quedan tus miles de sonrisas tatuadas en mi mirada. Tu nombre y tus apellidos tatuados en todas las partes del puto sofá que tiene mil noches y una más. Y si, el amor ya esta muy visto, demasiado sobrevalorado, pero a veces hace falta alguien que te ayude a comprenderlo. Y tú fuiste por un momento de aquella noche, el que me enseño cada paso de la ecuación a la que todavía no hemos puesto solución. Se me ha olvidado lo que era un caluroso verano en pleno diciembre. Y lo calentitos que mis pies se ponían al compás de la chimenea de nuestra escapatoria más utilizada y de tu cuerpo a escasos centímetros del mio. Mis resacas ya no son culpa del exceso de tus besos. Y sí, se que fui ese tren que te espero tanto tiempo, y en el que tu solo te subías cada año bisiesto para recordar lo que era disfrutar. Te faltan esas ganas que tu mirada insustancial tiene cuando me miras, esa que va perdiendo consistencia con el paso del tiempo. Sin embargo somos al revés del mundo, mis ganas suben como la espuma, y tú parece que te llevas toda esa cerveza cargada de ilusiones. Y joder, que triste que ahora lo único que me de calor en mitad del segundo mes del año sea un pijama de franela y unas cuatro paredes saturadas de los treinta grados centigrados que guardan. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario