martes, 30 de agosto de 2011

Viejos recuerdos desordenados.

Una historia más de todas las posibles a contar, se podía remontar a unos cuantos meses antes de lo previsto, se podía decir que quedaba un final por escribir cuando todo empezó en aquel raro enero, que solo daba comienzo a un nuevo año, con todos sus días y un capítulo por mes, en cual los caprichos jugaban una mala pasada a los protagonistas que por aquel entonces, no sabían lo que podían perder si no arriesgaban, y es que, sabían que ni la mayor de las tempestades acabaría con ello, con lo suyo, sin apenas haberse dado dos besos de presentación, y con el tiempo que todo lo cura, fueron haciendo efecto las primeras miradas cómplices que acabarían en nada más que un juego absurdo noche tras noche, debajo de las sábanas que siempre tenían la misma rutina, que siempre recordaba, a un querer y no poder, por ese olor impregnado en cada pequeña molécula de la almohada que juntos compartían, y que al fin y al cabo, ellos mismos se dieron cuenta que se echaban de menos, pero que todo no es tan fácil como parece, pero que no siempre es tarde, y que algún día, nadie sabe si muy lejano, se volverán a encontrar los mismos ojos, que algún día compartían más que una mirada, entre una muchedumbre que debería empezar a pensar más, en las bonitas apuestas de Sol de Santander, en la risa de un niño que pisa por primera vez la playa, sí, la misma arena fina y blanquecina que algún día acogió a esa pareja a finales del primer mes de vacaciones de verano para muchos, y del primer mes lleno de sobresaltos para ellos.

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